¿Existen los extraterrestres?

El Observatorio Astronómico del Vaticano, también conocido como la Specola Vaticana, es uno de los institutos de investigación científica más antiguos del mundo. Su origen se remonta a 1578, cuando el Papa Gregorio XIII ordenó la construcción de la Torre de los Vientos en el Vaticano para facilitar las observaciones astronómicas necesarias para la reforma del calendario que se implementó en 1582. Desde entonces, la Santa Sede ha mantenido un continuo interés en la investigación astronómica. Actualmente, el observatorio tiene su sede en Castel Gandolfo, Italia, y opera un telescopio en el Observatorio Internacional del Monte Graham en Estados Unidos. A lo largo de su historia, ha colaborado con diversas instituciones astronómicas internacionales y ha sido un centro importante para el estudio de la astrofísica y la cosmología. Además, el observatorio organiza visitas guiadas para el público, permitiendo a los visitantes explorar su rica colección de instrumentos astronómicos y textos históricos.

«Es posible que exista vida y seres inteligentes en otros planetas, pero no tenemos pruebas»

«No somos hijos del caos, sino de Dios, pero eso no contradice el Big Bang»

José Funes, director del Observatorio Astronómico Vaticano, asegura que fe y ciencia no son incompatibles, pero reconoce que desde el caso de la visita fallida de Benedicto XVI a la Universidad La Sapienza, han quedado heridas que el Observatorio trata de curar siendo puente entre la Iglesia y el mundo de la ciencia. Su misión es explicar la Iglesia al mundo de la ciencia, decirle que los católicos no tienen miedo al desarrollo científico.

– Como astrónomo y sacerdote, ¿le resulta difícil compaginar la ciencia y la fe?
– No, ni considero tampoco que sea artificial coaligar ciencia y fe. Yo nací en una familia católica y, cuando era muchacho, me interesé mucho por la astronomía. Tal vez mi primer impulso fue cuando vi, de pequeño, la llegada de los americanos a la Luna. A pesar de que muchas veces se presenta a los católicos como opuestos a la ciencia, mi familia, que era muy creyente, me animó desde niño a que siguiera mi pasión y me dedicara a la astronomía.

– Juan Pablo II se mostró favorable al darwinismo mientras que Benedicto XVI parece más cerca del creacionismo. ¿Hasta cuándo durará el pulso sobre este asunto?
– No es justo oponer al actual Papa con su predecesor al hablar de darwinismo y creacionismo. Lo que dijo Juan Pablo II en 1996 es que la evolución es más que una mera hipótesis. Luego, en su discurso, dice más adelante que no se puede tener una idea del hombre puramente evolucionista o puramente creacionista. Para Benedicto XVI, el diálogo entre ciencia y fe es algo importante. Nos señala algunas veces el peligro de querer explicar la realidad humana desde una visión cientificista. Yo no soy biólogo, sino astrónomo, y desde mi formación podemos tomar la célebre frase de Carl Sagan: «Somos polvo de estrellas», y ver que desde una perspectiva científica es cierta. Los átomos de nuestro cuerpo en algún momento estuvieron en el interior de las estrellas. Pero ésta es una visión reducida del hombre, es poco decir que sólo somos polvo de estrellas. Somos más que eso, tenemos cierta dignidad, que constituye la base de los derechos humanos. La dignidad nos viene porque estamos hechos a imagen y semejanza de Dios. Somos polvo de estrellas pero con aliento divino.

– ¿El Big Bang es obra de Dios?
– Creo que es la mejor explicación científica que, hasta ahora, tenemos del origen del Universo. Pero en esta explicación hay muchas cosas que no sabemos. Del 100% del Universo, sólo conocemos el 4%. Hay, pues, mucho trabajo por hacer. Dicho esto, como creyentes sabemos que no somos hijos del caos, de una explosión, sino que somos hijos de Dios. El proyecto no es evolutivo, sino global. Esa realidad de fe no está en contradicción con el Big Bang.

– ¿Es posible que haya vida inteligente más allá de la Tierra?
– El Universo está formado por 100.000 millones de galaxias. Si dividimos el número de galaxias por el número de habitantes de nuestro planeta, a cada uno nos tocarían 15 galaxias, más o menos. En estas galaxias, supongamos que haya alguna estrella semejante al Sol, que haya desarrollado planetas y que en alguno de esos planetas se haya producido la vida como la conocemos. Si todo esto coincide, es posible que exista vida y seres inteligentes, aunque no tenemos pruebas ahora mismo de ello.

– Si hay más vida inteligente, ¿puede haber también más de un Dios, responsable de la creación de esos otros seres?
– Por definición, Dios es único.

– Pero es único para nosotros.
– Desde el punto de vista católico, entiendo que Dios es uno. Ahora, teniendo en cuenta el enorme número de galaxias, algunos especulan que haya infinitos universos. Yo no creo que ello requiera la necesidad de otro Dios. Así como creó 100.000 millones de galaxias, ¿por qué no iba a crear infinitos universos? No hay una contradicción con la imagen católica de Dios.

– La ciencia tiende a probarlo todo. ¿Por qué no se puede probar la existencia de Dios?
– La ciencia trata sobre causas naturales: por qué y cómo suceden las cosas. Pero Dios es sobrenatural, va más allá del objeto formal de la ciencia. Por ejemplo, si nos preguntamos por qué existe este Universo y no existe la nada, la pregunta va más allá del método científico, tiene que ver con la filosofía o con la teología. ¿Por qué existimos nosotros? ¿Por qué hay gente que sufre? La biología puede explicar algunas cosas pero el sufrimiento moral, por ejemplo, supera sus fronteras.

– Desde el punto de vista teológico, ¿se puede decir que nuestro planeta es un elemento central de la creación?
– Más que como un lugar físico en el Universo, diría que el hombre y la mujer sí son el centro, porque tenemos inteligencia y somos seres espirituales. Los relatos de la creación de la Biblia no los podemos leer de manera literal, hay que tener en cuenta el contexto histórico.

– ¿Cómo puede contribuir el Observatorio a que la Iglesia no sea vista como enemiga de la ciencia, como afirman algunos?
– Desde el caso de la visita fallida de Benedicto XVI a la Universidad La Sapienza han quedado heridas que el Observatorio Astronómico Vaticano trata de curar siendo puente entre la Iglesia y el mundo de la ciencia. Nuestra misión es explicar la Iglesia al mundo de la ciencia, decirle que los católicos no tienen miedo al desarrollo científico. De hecho, por eso León XIII fundó esta institución: para mostrar que la Iglesia promueve la ciencia sólida y verdadera, como afirmó entonces. La crisis de La Sapienza tuvo un gran componente mediático, no responde a las cordiales relaciones que mantenemos continuamente con nuestros colegas astrónomos.

Darío Menor en La Razón
17 de mayo de 2008

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