¿Qué son los sacramentos? En ellos la gracia invisible nos viene a través de cosas sensibles

La Gracia

Jesús dijo: “Sin Mí nada podéis hacer” (Jn 15,5). Si alguien hubiera caído a un profundo barranco a causa de un accidente y estuviera destrozado, jamás podría salir por sus propias fuerzas; tendría que ser rescatado. Así, nosotros éramos totalmente incapaces de salvarnos a nosotros mismos y llegar al cielo después del “accidente” del pecado original y de nuestros pecados personales: Necesitábamos la ayuda de la gracia. La ayuda que Dios nos da para nuestra salvación, para que, superando el pecado, vivamos como cristianos en la tierra y alcancemos nuestra eterna salvación, se llama “Gracia Divina”.

Los sacramentos en general

Así como las vitaminas vienen en los alimentos, la Gracia nos la da Dios a través de los sacramentos. Los sacramentos son como los canales por los que Dios nos hace llegar el agua de la gracia que necesitamos para vivir. Dios puede hacer llegar la salvación a los hombres de mil modos, pero los caminos ordinarios son los siete sacramentos que Él instituyó y entregó a la Iglesia. Somos alma invisible y cuerpo visible. Lo espiritual necesita de lo material; tanto para recibir, como para dar. Por ejemplo, el amor entre madre e hijo es algo espiritual, pero se expresa con la mirada, la caricia, el abrazo y el beso. Igual ocurre con la alegría o la tristeza. Así somos. Dios, en su infinita sabiduría y por su inmenso amor, quiso salvarnos adecuándose a nuestra humana condición. Él pudo habernos salvado de otro modo; pero se adecuó a nuestra psicología. Por esto se hizo Hombre; para expresarnos su Amor de un modo humano; se hizo visible y palpable (1 Jn 1,1-3). Por esto mismo instituyó los sacramentos. En ellos la gracia invisible nos viene a través de cosas sensibles, que podemos palpar, ver y oír: pan, agua, aceite, o la presencia y las palabras consoladoras del sacerdote que nos escucha los pecados y nos dice: “Yo te perdono”… Lo Suyo nos lo da a través de “lo nuestro”. La Iglesia Católica, al dar tantísima importancia a los sacramentos, es, a la vez la más divina y la más humana de todas las religiones.

  1. Los sacramentos son signos sensibles y eficaces de la Gracia, instituidos por Jesucristo para santificar nuestras almas.
  • Signos sensibles: Cuando Jesucristo instituyó cada sacramento no eligió una realidad material cualquiera, sino aquella que ya en el plano natural sirve para un fin similar al que Dios quiere producir sobrenaturalmente. Por ejemplo, el agua está relacionada con la vida, y sirve para limpiar. Por esto escogió el agua para el bautismo, porque en el bautismo recibimos la vida divina y se nos limpia la mancha del pecado original. En la Eucaristía El quiso dársenos como alimento espiritual para nuestra alma, por eso escogió el pan. El elemento material (agua, pan, aceite) se llama “materia del sacramento” y las palabras que aclaran el sentido de lo que el ministro realiza o da se llaman “forma”. Ejemplo: “Recibe por esta señal el don del Espíritu Santo”, “el Cuerpo de Cristo”.

  • Y eficaces. En cada sacramento nos da una gracia distinta y que tiene una eficacia especial (“gracia sacramental”): Uno es el efecto del bautismo (borrar el pecado original, hacernos hijos de Dios y miembros de la Iglesia); otra de la penitencia (devolvernos la gracia o aumentárnosla); otra de la eucaristía (ser alimento espiritual, unirnos a Cristo), otra de la confirmación (darnos la plenitud del Espíritu Santo); otra del matrimonio (capacitar a los esposos para amarse y cumplir su misión); otra la del orden sacerdotal (hacer del ordenado “otro Cristo” y capacitarle para su misión); otra de la unción de los enfermos (asistir al enfermo en el duro paso de la enfermedad y perdonarle los pecados). Dios nos asiste en cada momento importante de la vida con la gracia de un sacramento.

  • Los siete sacramentos han sido instituidos por Jesucristo. Pertenecen a las cosas esenciales de la fe cristiana (no como el agua bendita, las apariciones o las medallas) y no se puede prescindir de ellos. Ninguno ha sido instituido por la Iglesia, pero están bajo su control. Sólo ella puede establecer normas sobre cómo se han de administrar.
  1. Todos los sacramentos obran en virtud del rito establecido por Jesucristo: su validez no depende del estado de gracia del ministro. Su eficacia sí depende del estado espiritual del sujeto que lo recibe, por ejemplo: comulgar digna o indignamente (1 Co 11,27). En cada sacramento hay un ministro que lo administra y un sujeto que lo recibe. Los ministros pueden ser ordinarios y extraordinarios, según sea administrado en circunstancias normales o especiales. Normalmente, por ejemplo, el ministro del bautismo es el obispo, el sacerdote o el diácono; extraordinariamente puede ser administrado por cualquier persona, incluso un ateo, con tal de que tenga intención de hacer lo que hace la Iglesia.
  2. Todos los sacramentos confieren Gracia Santificante, pero el Bautismo, la Confirmación y el Orden además confieren carácter, es decir una marca o sello imborrable.

P. Paulino Toral SJS

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