¿Por qué a Jesús se le llama “Cordero de Dios”?

Jesucristo es llamado “el Cordero de Dios” porque su muerte en la cruz se considera un sacrificio por los pecados de la humanidad, al igual que los corderos ofrecidos en el Antiguo Testamento. La muerte de Jesús se considera un sacrificio perfecto y completo, que hace innecesarias las ofrendas de corderos y otros sacrificios en el templo

El término “Cordero de Dios” se utiliza en la liturgia católica para referirse a Jesús, quien es considerado el verdadero “cordero pascual” que nos ha librado de la esclavitud del pecado y de sus consecuencias. La figura del “Cordero de Dios” se presenta en la liturgia católica durante la semana siguiente a la fiesta del Bautismo de Jesús. En la Eucaristía, se recogen las palabras de Juan Bautista: “Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Jn 1, 29).

El término “Cordero de Dios” se utiliza en la Biblia para referirse a Jesucristo en varias ocasiones. La primera vez que se usa es en el Evangelio de Juan, cuando Juan el Bautista ve a Jesús por primera vez y exclama: “¡Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!” (Juan 1:29).

Hay varias razones por las que se dice de Jesucristo que es el Cordero de Dios. En primer lugar, los corderos eran el sacrificio tradicional que se ofrecía a Dios en el Antiguo Testamento. La sangre del cordero se utilizaba para expiar los pecados del pueblo y restaurar su relación con Dios. Jesús, como el Cordero de Dios, se ofrece a sí mismo como sacrificio por los pecados de todos los que creen en Él.

En segundo lugar, el cordero es un símbolo de inocencia y pureza. Jesús es el Cordero de Dios porque es sin pecado y perfecto. Su muerte en la cruz es un acto de amor y sacrificio que nos reconcilia con Dios.

En tercer lugar, el cordero es un símbolo de vulnerabilidad y sacrificio. Jesús es el Cordero de Dios porque se entrega a sí mismo al sufrimiento y la muerte por amor a nosotros. Su muerte en la cruz es un acto de obediencia y amor que nos salva del pecado y la muerte.

En resumen, el término “Cordero de Dios” se utiliza en la Biblia para referirse a Jesucristo porque él es el sacrificio perfecto por los pecados del mundo. Es inocente, puro, vulnerable y sacrificial. Su muerte en la cruz nos reconcilia con Dios y nos da la vida eterna.

La conexión simbólica entre Jesucristo y el cordero se basa en varios aspectos:

  1. Sacrificio redentor: En el Antiguo Testamento, los corderos eran sacrificados como ofrendas para expiar los pecados del pueblo. Jesucristo, según la doctrina cristiana, es visto como el sacrificio supremo y redentor que, a través de su muerte en la cruz, ofrece la expiación de los pecados de la humanidad.
  2. Inocencia y pureza: El cordero simboliza la inocencia y la pureza. En el cristianismo, Jesucristo es considerado sin pecado y perfecto, cumpliendo así el papel del Cordero de Dios que es puro y sin mancha.
  3. Cumplimiento de profecías: La imagen del Cordero de Dios también se relaciona con diversas profecías del Antiguo Testamento que señalaban la llegada de un Mesías, un Salvador. Jesucristo, en su vida y muerte, es visto como el cumplimiento de estas profecías.

El título “Cordero de Dios” resalta la naturaleza sacrificial de Jesucristo y su papel central en la redención y salvación según la teología cristiana. Esta metáfora no solo se encuentra en los escritos bíblicos, sino que también ha sido incorporada en la liturgia y la tradición cristiana a lo largo de los siglos.

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