6 de octubre de 2024. Mc 10, 2-16: “Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre“.
Evangelio
Algunos fariseos se acercaron a Jesús y, para tenderle una trampa, le preguntaron si al esposo le está permitido separarse de su esposa. Él les contestó: ¿Qué os mandó Moisés?
Dijeron: Moisés permitió despedir a la esposa entregándole un certificado de separación.
Entonces Jesús les dijo: Moisés os dio ese mandato por lo tercos que sois. Pero en el principio de la creación, Dios los creó hombre y mujer. Por esto, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su esposa, y los dos serán como una sola persona. Así que ya no son dos, sino uno solo. De modo que el hombre no debe separar lo que Dios ha unido.
Cuando ya estaban en casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre este asunto. Jesús les dijo: El que se separa de su esposa y se casa con otra, comete adulterio contra la primera; y si la mujer deja a su esposo y se casa con otro, también comete adulterio.
Llevaron unos niños a Jesús, para que los tocara; pero los discípulos reprendían a quienes los llevaban. Jesús, viendo esto, se enojó y les dijo: Dejad que los niños vengan a mí, y no se impidáis, porque el reino de Dios es de quienes son como ellos. Os aseguro que el que no acepta el reino de Dios como un niño, no entrará en él.
Y tomó en sus brazos a los niños, y los bendijo poniendo las manos sobre ellos.
Homilía
Cuando las personas conocen la postura de la Iglesia sobre el divorcio, la reacción más común es el escándalo: “… ¡entonces, qué quiere la Iglesia, que si no son felices continúen sufriendo juntos!…” ; “¡La Iglesia es muy injusta con los divorciados!…”; “¡Seguro que Jesús hubiese tenido más misericordia!…”. Desconocen nuestros amigos que Jesús fue infinitamente más radical. El Señor llegó a decir que si alguien casado miraba a otra mujer deseándola en su corazón —fíjate que ni siquiera hace alusión a los físico—, ya había cometido adulterio…
¿Es tan inhumana nuestra fe con los seres humanos? ¿Vivimos en una fe que no entiende los problemas y dificultades de las personas de hoy?
Es el tema de siempre. Hacer que Dios se haga presente en nuestra vida significa adquirir un estilo de vida según el Evangelio.
Cuando una pareja ilusionada va a casarse por la Iglesia, descubrimos que en la mayoría de los casos no viven una vida previa de fe. De esta manera el contenido real de lo que significa el matrimonio queda poco menos que ignorado.
¿Por qué se casa la gente por la Iglesia?
No seamos ingenuos, todos lo sabemos. En la mayoría de los casos el planteamiento menos importante es el de la fe. Se va a las charlas prematrimoniales a regañadientes, se quiere convertir la Iglesia en un bosque floreado, y cuando se reparten las invitaciones de boda, se les olvida invitar a Dios a la propia celebración. No soy catastrofista. Soy realista. Siempre me ha llamado la atención la facilidad que tenemos en la Iglesia para hacer la vista gorda ante los intereses del Evangelio. Miramos para otro lado, ponemos disculpas, pero la acción del Evangelio queda muchas veces oscurecidas bajo el nombre de “la prudencia”, que, en el fondo, es el reflejo de una cobardía mal disimulada.
¿Por qué muchos sacerdotes no hacen valer la fuerza regeneradora y humanizante del Evangelio?
Puede ser que ellos mismos no la hayan descubierto. Estamos tan presentes en el mundo que el Evangelio para muchos se ha vuelto una molestia residual de tiempos pasados.
¿Por qué los seglares no exigen a la Iglesia una acción más cristiana frente a las personas que se acercan a pedir un sacramento?
Probablemente porque ellos se acercarán también en esas mismas condiciones a recibirlo…
Jesús, provocado por sus interlocutores, toca el tema del divorcio, un tema más que difícil por la carga de sufrimiento que proporciona tal institución. En pocos temas como el divorcio necesitamos los agentes de pastoral más amor, más acogida y… sentido, mucho sentido común. Vayamos por partes.
Con la intención de prepararle una trampa le preguntaron si al esposo le está permitido separarse de su esposa. Jesús les responde con una pregunta: “¿Qué les ordenó Moisés ?” Le respondieron con el texto de Dt 24,1.
Jesús responde que debido a la terquedad de corazón les mandó Moisés tal orden. Pero el Maestro se remonta a los inicios diciendo que al principio no fue así…
En la Iglesia este ejercicio de actualizar el mensaje a los tiempos de hoy tenemos que seguir un método parecido. No podemos vivir en el pasado, pero tampoco podemos sin más ignorarlo. Siempre me ha gustado la gente con sentido común porque saben equilibrar ambos planos y, si son creyentes, sabrán actualizar el mensaje de una manera tan natural que no creará sufrimiento.
¡Cuánto necesitamos en la Iglesia y en los matrimonios el sentido común!
Ni los tradicionalistas ni los progresistas mantendrán fresco el mensaje de Cristo, sólo el amor y el sentido común de los santos y santas hacen posible este intercambio de tiempo y moral, de tiempo y justicia.
A los esposos se les llama “cónyuge”, el significado de esta palabra es “el que está unido al mismo yugo”. Jesús también habló un día de un yugo: “Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, y yo les haré descansar. Acepten el yugo que yo les impongo, y aprendan de mí, que soy paciente y de corazón humilde; así encontrarán descanso. Porque el yugo y carga que yo les impongo son ligeros.” (Mt 11, 28)
En el fondo, lo que nos está diciendo el texto es que siendo “cónyuges” de Jesús podremos establecer otras comunidades donde ser verdaderamente felices.
El divorcio no es el remedio para el matrimonio que ya no funciona, eso todos los sabemos, incluso los partidarios del mismo. Pero tenemos que ser valientes y sinceros en denunciar que muchas matrimonios no se deberían de celebrar por la Iglesia, pero buscamos subterfugios mentales para justificarlos. Ser valientes para decirle a la gente que sólo ve en el matrimonio por la Iglesia una gala más de vanidad, que esperen, que reflexionen y que se acerquen a Cristo, que nosotros les ayudaremos en ese caminar… Muy probablemente la gente nos dirá que nos dejemos de rollos, que lo único que quieren es casarse…
Los divorciados de nuestras sociedades son mayoritariamente católicos y esto nos tiene que hacer reflexionar profundamente. Cuando hablamos de un matrimonio uno e indisoluble en un mundo plural y soluble, no debemos de perder nunca de vista que el matrimonio no es una institución inventada por los hombres, sino querida por Dios. Si no tenemos esto claro los católicos, pensaremos y diremos lo mismo que los no creyentes. Pero estas claridades no tienen que ser a nivel dogmático o teórico sino una profunda experiencia de vida.
Preparar a los jóvenes para una experiencia real de Cristo resucitado y para el matrimonio es el mejor remedio contra el divorcio. Sé que esto es difícil pero no imposible. La elección del cónyuge puede ser desacertada si no se ha hecho con oración, con madurez y con discreción. Los novios van juntos a comprar el piso, a comprar los elementos de la nueva vivienda, a invitar a los amigos. Yo me pregunto cuántos novios van juntos hacia Dios… cuántos han orado juntos por su matrimonio… cuántos han discernido a la luz del Evangelio el amor que Dios ha puesto en sus corazones… y…
¿Cuántos han invitado a Dios a su boda por la Iglesia…?
¿Qué es en el fondo lo que nos está diciendo el Evangelio de hoy? Que debemos de encontrar un sentido moral a nuestra vida diaria, una moral que viene desde Dios; los fallos de las situaciones en la vida es porque, probablemente, no somos todavía las personas que el Espíritu puede transformar.
La vida cristiana es un constante aprender desde el amor y el sentido común. Los fallos en la vida diaria se producen para mí por tres motivos fundamentales:
- La ausencia de Dios porque le hemos desterrado de nuestra vida diaria.
- La ausencia del amor en toda su amplitud y significado.
- La falta de madurez tanto humana como espiritual, para tener esa buena mirada que sabe ver e interpretar lo que Dios quiere de nosotros.
Se dan ustedes cuenta que muchos novios cuando se van a casar por la Iglesia, dicen a sus amigos: “si no puedes ir a la Iglesia, vete a la celebración…”; es bastante gráfica la expresión: en la Iglesia se ritualiza, algo alejado de la vida; es como un añadido sin importancia a la vida diaria. Pero donde vamos a celebrar es donde hacemos la fiesta, la alegría, donde bailamos y cantamos, donde nos deseamos lo bueno y nos felicitamos, donde reímos y soñamos juntos… Creo que el tema del divorcio entre los católicos empezará a desaparecer, cuando seamos capaces de transmitir a nuestros hermanos, que donde realmente está la fiesta es en poner a Dios por testigo del amor que se tienen y de un día a dia lleno de los frutos de Espíritu…
Perdonen. Termino porque ahora voy a celebrar una boda…
PARA REFLEXIONAR:
- ¿Tiene el Evangelio deberes morales? ¿Cuáles?
- ¿Cómo podemos solucionar como cristianos cuando existe un fracaso matrimonial ? ¿Qué hacer?
- ¿Se puede ser católico siendo partidario del aborto, del divorcio, de la explotación de los trabajadores…? ¿Por qué?
- ¿Cómo entiendes la radicalidad de Jesús?
- ¿Qué aspectos de la moral cristiana son los más duros de aceptar? ¿Se puede ser cristiano sin moral?
2003 Mario Santana Bueno