En la Biblia, el término “diablo” se refiere principalmente a Satanás, quien es descrito como un ser espiritual maligno y enemigo de Dios y de la humanidad. Satanás es presentado como el adversario de Dios y como el tentador que busca desviar a las personas del camino de la rectitud.
La palabra “diablo” proviene del griego “diabolos”, que significa “calumniador” o “acusador”. En la tradición cristiana, Satanás es considerado el líder de los ángeles caídos que se rebelaron contra Dios y fueron expulsados del cielo.
En la Biblia, Satanás es mencionado en varios pasajes, incluidos:
- En el Antiguo Testamento, Satanás es visto como un adversario que desafía la voluntad de Dios y prueba la fe de los creyentes. Por ejemplo, en el libro de Job, Satanás desafía a Dios y pone a prueba la fidelidad de Job.
- En el Nuevo Testamento, Satanás es retratado como el enemigo de Jesucristo y de sus seguidores. Jesús mismo enfrenta la tentación de Satanás en el desierto, como se relata en los evangelios.
En cuanto a los “diablos” en plural, en la Biblia se hace referencia a los demonios o espíritus malignos que siguen a Satanás y que también buscan perjudicar a la humanidad y oponerse al plan de Dios. Los demonios son vistos como agentes del mal que pueden poseer a las personas y causar enfermedades físicas y espirituales.
En resumen, en la Biblia, el diablo y los diablos representan el mal, la tentación y la oposición a la voluntad de Dios, así como la influencia negativa que puede afectar a las personas y desviarlas del camino de la rectitud y la justicia.
¿CÓMO ACTÚA EL DEMONIO EN LA VIDA DE LAS PERSONAS?
En la Biblia, se describen diversas formas en las que el demonio y los demonios actúan. Aquí hay algunas formas principales:
- Tentación y engaño: El demonio, o Satanás, a menudo intenta tentar a las personas para que desobedezcan a Dios y sigan sus propios deseos o sigan caminos contrarios a los mandamientos divinos. En el relato de la tentación de Jesús en el desierto, por ejemplo, Satanás intenta persuadir a Jesús para que se aparte de su misión divina.
- Posesión demoníaca: En varias ocasiones en el Nuevo Testamento, Jesús expulsa demonios de personas que están poseídas. Estos demonios causan aflicción física, mental y espiritual en aquellos a quienes poseen. Por ejemplo, en los evangelios se relatan casos de personas que hablan con voces demoníacas, tienen convulsiones o muestran comportamientos anormales debido a la posesión demoníaca.
- Causar enfermedades y sufrimiento: En algunas partes de la Biblia, se menciona que los demonios son responsables de causar enfermedades y sufrimiento en las personas. Por ejemplo, en el Evangelio de Lucas, se describe a una mujer que había estado encorvada durante dieciocho años y que Jesús libera de un espíritu de enfermedad.
- Crear confusión y divisiones: Los demonios también pueden causar discordia y división entre las personas, incitando al odio, la ira y la violencia. Se cree que fomentan el conflicto y la discordia en la sociedad.
En general, el demonio y los demonios actúan para desviar a las personas de Dios, causar sufrimiento y llevar a la destrucción espiritual. En contraste, el mensaje cristiano enfatiza la importancia de resistir las influencias demoníacas a través de la fe en Dios y la protección divina.
LA POSESIÓN DEL DIABLO
La posesión demoníaca es un tema que ha sido objeto de mucha controversia a lo largo de los siglos, y la Biblia es uno de los lugares en los que se abordan. Hay muchos ejemplos en el Antiguo y el Nuevo Testamento que se refieren a la posesión demoníaca, y hay mucho que se puede aprender de estos pasajes.
La palabra “posesión demoníaca” aparece en el Nuevo Testamento en una variedad de formas, entre ellas “endemoniado” y “atrapado por un espíritu maligno”. Los escritores del Nuevo Testamento describen a los endemoniados como personas que habían sido “capturadas” por un demonio o un espíritu maligno, y que habían perdido el control de sus propias vidas. Los endemoniados eran a veces “esquizofrénicos” y a menudo actuaban, comían e incluso dormían de una manera anormal.
La posesión demoníaca también se menciona en el Antiguo Testamento, donde los escritores sostienen que los poseídos habían sido influenciados por espíritus malignos. Por ejemplo, en el Segundo Libro de Reyes se cuenta la historia de Saúl, rey de Israel, a quien se dice que un “espíritu maligno de Yahweh” lo había perseguido; este espíritu intentaba acallarlo y casi lo volvía loco. Esta idea de que los espíritus malignos pueden influir en la psique humana fue muy común en el antiguo Oriente Medio.
La relación entre la posesión demoniaca y el bien y el mal
La posesión demoníaca también se relaciona con la lucha entre el bien y el mal. Antes de que Jesucristo llegara al mundo, se pensaba ampliamente que los demonios tenían poder sobre las personas; que podían influir en sus vidas y llevarlos por el camino del mal. De hecho, algunas religiones antiguas afirmaban que una persona poseída por un demonio estaba sujeta a tal control que, olvidaba incluso a su propia identidad.
Con la venida de Jesucristo, la Biblia enseña que el poder de los demonios para poseer a una persona comenzó a disminuir. Los antiguos relatos bíblicos de los endemoniados a menudo terminan con la liberación de la persona por medio de la intervención divina. Los escritores del Nuevo Testamento escriben que Jesucristo y sus seguidores tenían el poder de libertar a las personas endemoniadas, y muchas de las historias del Nuevo Testamento registran los tipos de maravillas de curación y exorcismo hechos por Jesucristo.
La posesión demoniaca y los creyentes
La posesión demoníaca también se relaciona con la lucha entre el bien y el mal en la vida de los creyentes. De acuerdo con la Biblia, los cristianos están expuestos al ataque del demonio y sus secuaces. Por lo tanto, se anima a los creyentes a estar alerta y a procurar perfeccionar su santidad, para protegerse de los ataques de los demonios.
El Nuevo Testamento se refiere a la lucha espiritual cristiana en Efesios 6, 10-20:
“Por lo demás, fortalézcanse en el Señor con la fuerza de su poder. Revístanse con la armadura de Dios, para que puedan resistir las insidias del demonio. Porque nuestra lucha no es contra enemigos de carne y sangre, sino contra los Principados y Potestades, contra los Soberanos de este mundo de tinieblas, contra los espíritus del mal que habitan en el espacio. Por lo tanto, tomen la armadura de Dios, para que puedan resistir en el día malo y mantenerse firmes después de haber superado todos los obstáculos.
Permanezcan de pie, ceñidos con el cinturón de la verdad y vistiendo la justicia como coraza. Calcen sus pies con el celo para propagar la Buena Noticia de la paz. Tengan siempre en la mano el escudo de la fe, con el que podrán apagar todas las flechas encendidas del Maligno. Tomen el casco de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios.
Eleven constantemente toda clase de oraciones y súplicas, animadas por el Espíritu. Dedíquense con perseverancia incansable a interceder por todos los hermanos, y también por mí, a fin de que encuentre palabras adecuadas para anunciar resueltamente el misterio del Evangelio, del cual yo soy embajador en medio de mis cadenas. ¡Así podré hablar libremente de él, como debo hacerlo!”
La posesión demoniaca y el mundo actual
En el mundo moderno, son pocos los que creen en la posesión demoníaca tal y como se describe en la Biblia. Muchas personas están infelices y perturbadas en sus vidas, pero atribuyen el problema a otros factores, como la influencia del mal en la sociedad, la mala suerte, la presión financiera o las relaciones personales.
Sin embargo, hay quienes continúan creyendo que la posesión demoníaca está muy ligada a la realidad. Por ejemplo, en algunas culturas latinoamericanas se cuentan historia eternas de exorcismo y posesión, y en muchas comunidades cristianas evangélicas se siguen practicando rituales de exorcismo.
Independientemente de si usted cree o no en la realidad de la posesión demoníaca, no se puede negar que las escrituras bíblicas hablan de un tema de mucho debate. La posesión demoníaca se presenta como una lección en el Nuevo Testamento, y muchas personas la consideran un recordatorio de la lucha constante entre el bien y el mal.
Características de la posesión demoniaca
La posesión demoníaca, según las creencias cristianas, es cuando un individuo es controlado o influenciado por un demonio de manera directa y poderosa. Se considera que esta influencia demoníaca puede manifestarse de diversas maneras y suele caracterizarse por los siguientes aspectos:
- Control total o parcial del individuo: La persona poseída puede experimentar una pérdida de control sobre sí misma. Sus acciones, palabras y comportamientos pueden ser dirigidos o influenciados por el demonio que la posee.
- Cambios en la personalidad y el comportamiento: La posesión demoníaca puede manifestarse a través de cambios abruptos en la personalidad y el comportamiento del individuo. Puede volverse agresivo, violento o mostrar comportamientos anormales que no son típicos de su carácter.
- Fuerza sobrenatural: En algunos relatos de posesión demoníaca, se describe que la persona poseída puede manifestar una fuerza física sobrenatural que va más allá de sus capacidades naturales.
- Rechazo a la religión y lo sagrado: Las personas poseídas a menudo rechazan todo lo relacionado con lo sagrado, como la oración, los símbolos religiosos o la presencia de figuras religiosas como sacerdotes o ministros. Pueden mostrar aversión o rechazo extremo hacia estos elementos.
- Conocimiento sobrenatural: En algunos relatos, la persona poseída puede tener conocimientos sobre eventos o aspectos de la vida de los demás que no debería conocer, lo que se atribuye a la influencia demoníaca.
- Convulsiones y fenómenos físicos: La posesión demoníaca también puede estar acompañada de fenómenos físicos como convulsiones, contorsiones del cuerpo, cambios en la voz o la presencia de marcas físicas inexplicables.
Es importante señalar que las experiencias de posesión demoníaca son interpretadas desde un punto de vista religioso y espiritual, y su comprensión varía según las creencias y tradiciones de diferentes comunidades religiosas. Muchos grupos religiosos, especialmente dentro del cristianismo, tienen rituales y prácticas específicas para enfrentar y liberar a las personas de la posesión demoníaca.